No puedo hacer nada más apropiado para la solemnidad de este día que presentarles a este gran santo como un hombre a quien Dios escogió entre todos los demás hombres para poner su tesoro en sus manos y hacer de Él su custodio en esta tierra. Nada podría ser más ilustre; y este hermoso título de custodio, al revelarnos los planes de Dios para este bendito patriarca, nos muestra la fuente de todas sus gracias y el fundamento de todos sus elogios.
¡Qué gloria para San José que Dios lo hiciera el custodio no solo de la Santísima Virgen María, a quien su pureza angelical era tan agradable, sino también de su propio Hijo, el único objeto de Su placer y la única esperanza de nuestra salvación!
No hay comentarios:
Publicar un comentario