lunes, junio 10, 2013

El Obispo de Roma invita a desenmascarar los ídolos que nos impiden amar a Dios





(RV).- Cada uno de nosotros vive de pequeñas o grandes idolatrías, pero el camino que lleva a Dios pasa por el amor exclusivo a Él, tal como nos lo ha enseñado Jesús. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa de esta mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Concelebraron con el Obispo de Roma tres prelados: el Arzobispo de Curitiba, en Brasil, Mons. José Vitti, el de Ibiza, en España, Mons. Juan Segura, y el de Sagar, en la India, Mons. Chirayath Anthony. Mientras entre los participantes destacamos un grupo de colaboradores de la Biblioteca Apostólica Vaticana, acompañados por el viceprefecto Ambrogio Paizzoni, y un grupo del personal laico de la Pontificia Universidad Lateranense, acompañados por el vicerrector, Mons. Patrick Valdrini.

Cuando el escriba se acerca a Jesús para preguntarle cuál es, según su opinión, el primero de todos los mandamientos, es probable que su intención no fuera tan inocente, dijo el Papa Francisco al comenzar su homilía evaluando el comportamiento de ese hombre que, en el relato evangélico de la liturgia del día, se dirige a Cristo dando la impresión de “ponerlo a prueba”, e incluso de “hacerlo caer en la trampa”. Y cuando – según la cita bíblica de Jesús: “Escucha, Israel. El Señor es nuestro Dios, es el único Señor” – el escriba replica aprobando, el Papa llamó la atención sobre el comentario de Cristo, a saber: “No estás lejos del Reino de Dios”.

En sustancia, explicó el Papa Francisco, con ese “no estás lejos”, Jesús quiso decir al escriba: “Tú conoces bien la teoría”, pero “aún te falta una distancia del Reino de Dios”, es decir, debes caminar para transformar en “realidad este mandamiento”, puesto que “la confesión de Dios” se hace en el “camino de la vida”:

“No basta decir: ‘Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios’. Va todo bien, pero ¿cómo vives tú esto en el camino de la vida? Porque nosotros podemos decir: ‘El Señor es el único Dios, no hay otro’, pero vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras divinidades a nuestra disposición… Está el peligro de la idolatría: la idolatría que viene a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto era claro: el espíritu del mundo, no. Y Jesús pide al Padre en la última cena que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría”.
“La idolatría – prosiguió diciendo el Papa – es sutil”. Y añadió que “todos nosotros tenemos a nuestros ídolos escondidos” mientras “el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios” comporta “descubrir a los ídolos escondidos”. Un comportamiento que ya se ve en la Biblia – recordó Francisco – en el episodio en el que Raquel, mujer de Jacob, finge que no lleva consigo a los ídolos que, en cambio, tomó de la casa de su padre y escondió detrás de su montura. También nosotros, afirmó el Santo Padre, “los tenemos escondidos en nuestra montura... Pero debemos buscarlos y debemos destruirlos”, porque para seguir a Dios el único camino es el de un amor fundado en la “fidelidad”:

“Y la fidelidad nos pide que echemos a los ídolos, que los descubramos: están escondidos en nuestra personalidad, en nuestro modo de vivir. Pero estos ídolos escondidos hacen que nosotros no seamos fieles en el amor. El Apóstol Santiago, cuando dice 'Quien es amigo del mundo, es enemigo de Dios', comienza diciendo: '¡Adúlteros!'. Nos reprocha, pero con ese adjetivo: adúlteros. ¿Por qué? ¡Porque quien es 'amigo' del mundo es un idólatra, no es fiel al amor de Dios! El camino para no estar lejos, para avanzar, para ir adelante en el Reino de Dios, es un camino de fidelidad que se asemeja al del amor nupcial”.
Aun “con las pequeñas y no tan pequeñas idolatrías que tenemos”, ¿cómo es posible – se preguntó el Papa al concluir su homilía – no ser fieles “a un amor tan grande?”. Para hacerlo, dijo, es necesario confiar en Cristo, que es “fidelidad plena” y que “nos ama tanto”:

“Podemos pedir hoy a Jesús: ‘Señor, tú eres tan bueno, enséñame este camino para estar cada día menos lejos del Reino de Dios, este camino para echar a todos los ídolos’. Es difícil, pero debemos comenzar... Los ídolos escondidos en las tantas monturas, que nosotros tenemos en nuestra personalidad, en el modo de vivir: echar al ídolo del carácter mundano que nos lleva a convertirnos en enemigos de Dios. Pidamos esta gracia a Jesús hoy”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).


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