martes, marzo 18, 2014

José, el hombre más cercano a Jesús


La genealogía termina en San José, que vimos en en la historia sagrada el hombre más cercano a Cristo, término de toda elección y predestinación (cf. Rm 8.28ss).
La historia sagrada ha concedido un amplio espacio a Abrahám. Isaac, Jacob y Judá considerados comos los “Padres” o los “Patriarcas del pueblo elegido. Pues la posición de José los supera a todos, porque él es justamente invocado en sus Letanías como “Lumen Partriarcarum”, el Esplendor de los Patriarcas”. Juan Pablo II en la Exhortación apostólica “Redemptoris Custos” afirma: “el hombre justo, que llevaba consigo todo el patrimonio de la Antigua Alianza, ha sido también introducido en el “comienzo” de la nueva y eterna alianza en Jesucristo” (n.32). Lo que significa que si por un lado reúne en sí todo el Antiguo Testamento, por otro lado se coloca claramente en el Nuevo, como su propio “comienzo”.
Con José, la genealogía humana de Jesús termina. Ya no está más escrito, como de todos sus antepasados, que él engendró”, porque la realidad ha superado infinitamente la promesa: la persona de Jesús, en efecto, preexiste en la eternidad, engendrada por el Padre antes de todos los siglos, como profesamos en el ”Credo”. Es perfectamente coherente con este dogma la afirmación de los evangelistas Mateo y Lucas acerca de la humanidad de Jesús, concebido por “obra del Espíritu Santo”. De este dato de facto viene la pregunta hecha por Jesús a los fariseos sobre su propio origen: ¿Por qué David llama al Mesías mi Señor? (Cf My 22, 41 ss).
Aunque José no engendra la existencia de la persona de Jesús, que es divina y eterna, se le reconoce su calidad de Patriarca y su nombre aparece en el árbol genealógico como un eslabón que no tiene sustitución: la supresión de su nombre consentiría, por sencilla coherencia, cancelar todos los otros nombres de la genealogía, incluidos a David y a Abraham.
La genealogía de Jesús es singular porque es la promesa misma de Dios, que se ha realizado de un modo singular en Jesús. En consecuencia, el título que autoriza a José a ocupar el lugar más importante en el árbol genealógico de Jesús es el hecho de ser “el esposo de María”, como el evangelista Mateo, para prevenir equívocos, subraya textualmente: “Jacob engendró a José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” (1,16).
La Iglesia apostólica, autenticando la genealogía, no hace otra cosa que reconocer a José, esposo de María, el derecho que le compete sobre el hijo de ella, Jesús. Si a José ya le venían reconocido con pleno derecho los títulos de “hijo de David” y de “esposo de María, ¿cómo rehusarle aquel título supremo que procede de “padre de Jesús”? Si comparamos ahora los títulos de san José con los de los personajes más importantes de la historia, será fácil deducir que san José es entre todos la figura más insigne”.
Todo esto se deduce de la genealogía, en apariencia árida, pero densa de significado y de doctrina. Los cristianos desarrollando Isaías 11,1 (Saldrá un vástago del trono de Jesé, y un rtetoño de sus raíces brotará”), han expresado su aprecio hacia los antepasados de Jesús representado en los libros o en las paredes de los templos la genealogía de Jesús y llamándola “Árbol de Jesé”, el nombre del Padre de David. Para subrayar la importancia reconocida a lo largo de los siglos a este tema, es útil llamar la atención sobre dos afamados Árboles de Jesé: el primero, un mosaico, está en la Basílica de la Natividad en Belén; el otro, un fresco, se encuentra en la Capilla Sixtina del Vaticano.
Era justo que en Belén, el lugar de nacimiento de Jesús, fueran recordados sus antepasados “según la carne”. Aproximadamente en el año 1100, sobre las dos paredes de la Basílica, el Árbol de Jesé se desarrollaba en dos ramas, que ilustraban respectivamente la genealogía de Lucas y la de Mateo. El visitante puede ver todavía las figuras de algunos descendientes de David; de san José ha quedado sólo la leyenda; “Ioseph virum Mariae”
En la capilla Sixtina el visitante encuentra el nombre de lso antepasados de Jesús en el centro de las “lunetas”, situadas bajo las historias bíblicas de la bóveda. También aquí Miguel Ángel ha querido “enmarcar” toda la historia bíblica del Antiguo Testamento en el Árbol de Jesé.
Sería hermoso que numerosos turistas, pero particularmente los peregrinos, conociera estos detalles para revivir con aquellos que nos han precedido la misma fe ene la encarnación del Verbo, en la que san José ha tenido un rol determinante.
Dignidad y excelencia de San José atestiguada por la Iglesia

Bonifacio Llamera O.P.
Transcrito por José Gálvez krüger para ACI Prensa
1) Máxima dignidad de San José después de la bienaventurada Virgen María: Pío IX escribe: “Por aquella sublime dignidad que Dios concedió a este fidelísimo siervo suyo, siempre la Iglesia honró al bienaventurado José, después de su Esposa, la Virgen Madre de Dios, con sumo honor y alabanzas, e imploró su intervención en los negocios delicados” . León XIII: “Ciertamente la dignidad de Madre de Dios toca tan en lo excelso, que nada se puede concebir mayor. Sin embargo, San José, por unirse a la Virgen bienaventurada con el vínculo matrimonial, no hay duda que se acercó más que nadie a aquella altísima dignidad, por la cual la Madre de Dios sobrepujó con mucho a todas las naturalezas creadas” . Pío XI: “Entre Dios y José no distinguimos ni podemos distinguir otro mayor que María Santísima, por su divina maternidad” .
2) Fundamento: Así expresamente es asignado por León XIII: “Porque éste fue el marido de María y padre como era considerado, de Jesucristo. De aquí han emanado toda su dignidad, gracia, santidad y gloria” . El mismo fundamento propone aquel postulado que el año 1870 había de ser presentado al Concilio Vaticano I, corroborado con la firma de 153 Padres: “Nadie ignora que el bienaventurado José, por una singular providencia de Dios, fue elegido entre las demás criaturas para ser digno esposo de la Virgen Madre de Dios y padre del Verbo encarnado, no por generación, sino por caridad, por adopción y derecho de matrimonio”
a) Como esposo de María: “Es, pues, el matrimonio la sociedad y la amistad máxima entre todas, que por su naturaleza lleva adjunta la comunicación d elos bienes del uno con el otro. Por lo cual, si Dios dio a José por esposo a la Virgen, le dio, ciertamente, no sólo un compañero de vida, testigo de su virginidad, custodio de su honestidad, sino también hizo que participase, por aquel lazo conyugal, de su excelsa dignidad ”. De semejante modo se expresa el mismo León XIII en otro documento: Nadie hay que no vea serle debido tal honor a este beatísimo varón. El cual, escogido para esposo de la Virgen Madre de Dios, fue partícipe, por el lazo conyugal, de su dignidad, a quien Cristo, el hijo de Dios, quiso estimar como su custodio y padre, como cabeza, en la tierra, de aquel divino hogar, y ahora guía y custodio de su Iglesia, siendo digno, por tan elevada misión, de nuestro más rendido homenaje”
b) Como Padre de Cristo. “De la misma manera – añade el mismo Pontífice – uno sobresale entre todos por su augustísima dignidad, que fue por divino decreto custodio del Hijo de Dios, tenido en la opinión de los hombres como su padre. De lo cual se sigue que el Verbo de Dios, humildemente s ele subordinase, y le fuese, por lo mismo, obediente, y le procurase todo el honor que los hijos procuran a su padre”

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