"Hoy, amados hermanos, celebramos, en la alegría de una solemnidad común, la fiesta de Todos los Santos.
Su presencia alegra los cielos, su protección consuela la tierra, su triunfo corona a la Santa Iglesia.
Cuanto más firme ha sido la profesión de su fe en los tormentos, más resplandecen en la gloria, porque a medida que aumenta la violencia del combate, aumenta también el honor de los combatientes.
Las diversas torturas del martirio realzan el triunfo, y los sufrimientos más terribles les han obtenido las recompensas más maravillosas.
Nuestra Madre, la Iglesia católica, extendida por todo el universo, a quien Jesucristo, su Jefe, enseñó a través de su ejemplo a no temer las afrentas, las cruces, ni la muerte, se fortifica cada vez más, no por la resistencia, sino por la paciencia.
Para alentar a todas estas legiones de ilustres atletas, encarcelados como criminales, y para animarlos a todos a mantener el combate con el mismo entusiasmo y valentía, la Iglesia les ha inspirado la santa ambición de un triunfo glorioso."
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